Entradas Héroes solitarios

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Reseñas de novelas de héroes solitarios

martes, 17 de abril de 2012

Un mundo feliz (Aldous Huxley)

Hoy quiero hablar de una obra fascinante que desde el principio transmite una terrible soledad. Sí, es una novela que exhibe una sociedad futura, que sencillamente replantea el mundo, pero es una novela dedicada a la soledad, porque todos los personajes, y más uno que todos, están muy solos.
Un mundo feliz es un clásico. Es la obra, ni duda cabe, más celebre del británico Aldous Huxley. En ella el autor nos plantea un modelo de sociedad único y muy diferente a los que tenemos hoy y a los que había hace ochenta años, cuando se publicó.
En esta utópica  sociedad hay esclavitud. Pero no importa, porque los esclavos son felices. Se les educa desde la infancia para sentirse orgullosos de ser lo que son y contentos de no ser otra cosa.
A tan extraordinario modelo de sociedad se ha llegado después de una gran guerra, y hay principios establecidos por el Estado contra los que no se puede discrepar. Ya no hay lugar para lo viejo, ni para lo nuevo, sólo para ser feliz. Porque el Estado lo único que exige es que las personas sean felices. El dolor por la perdida de un ser querido se ha erradicado, como también la vejez, el hambre, la fealdad y hasta los dolores de parto. No existe razón alguna, por tanto, para que alguien sea infeliz.
Y como de amor se sufre, amar también está prohibido. El Estado inclusive exige la promiscuidad. Las drogas, el dilema de hoy, están legalizadas. Su consumo es obligatorio como otro requisito indispensable para ser feliz. Si alguien se siente un poco triste, sólo tiene que drogarse para no desentonar en un mundo lleno de felicidad.
Sin embargo, hay personas que no pueden ser tan felices. Bernard Marx, por ejemplo, no lo es. Aunque pertenece a la casta superior, un problema al momento de su fabricación provocó que saliera un tanto feo. Las mujeres no lo ven como blanco de su promiscuidad, y eso, entre otras cosas, le hace ser muy inestable. No encaja en la sociedad a la que pertenece. Su soledad, dadas las rígidas normas imperantes, es incurable.
Lenina Crowne es una mujer, dentro de su sociedad, perfecta: guapa, inteligente, eficiente y en la medida de lo posible promiscua. Pero también es un tanto inestable. No siempre se presta a ser feliz, como se le exige que sea, y tratando de liberarse un poco de la ansiedad que la acosa se relaciona con Bernard. Juntos van a una reserva de salvajes, algo que los hombres felices ven como un zoológico, y allí encuentran a John, el Salvaje, uno de los personajes más solitarios de la literatura universal.
A John no lo quieren donde vive porque es diferente a todos. Lenina y Bernard se lo llevan a otro lugar donde su suerte será peor. John es un joven romántico, tradicionalista, amante de Shakespeare, y adonde va todo eso está prohibido. Se enamora perdidamente de Lenina, y ella también de él, pero él quiere empezar la relación con romanticismo y ella con sexo. No se entienden.
La situación de John es sencillamente terrible. Es visto como una rareza, que lo es, y el corazón se le parte al lector al comprender que el pobre John, vaya adonde vaya, y pase el tiempo que pase, nunca jamás encontrará un lugar donde pueda vivir feliz.
Todos han sido educados para sobrevivir en la soledad a la que se les condena prohibiendo el amor y el afecto, pero John no y ya, siendo un adulto, no es posible reeducarlo. Su tormento lo seguirá allá donde vaya, y de hecho, sólo hay un lugar al que puede ir.
El trabajo de Huxley en ésta su obra maestra es estupendo. Realmente logra encerrarnos en su sociedad perfecta y también que estemos esperando terminar el libro para salir de ella, y si es posible tenderle una mano al infeliz de John para sacarlo de allí.

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