A mediados del siglo pasado Richard Matheson
sorprendió a los amantes de la ciencia ficción con una fascinante, aunque
breve, novela de vampiros titulada Soy
leyenda, un titulo que no se entiende hasta que no se ha leído la obra
completa.
Lo extraordinario de la novela se debe a que
Matheson replantea el tema del vampirismo. No pretende al igual que otros
autores anteriores a él que se vea a los vampiros como una especie de súbditos
de la oscuridad a los que no se les tiene que buscar una explicación lógica,
sino aceptarlos como lo que son y combatirlos por su naturaleza cruel y
malvada.
Los vampiros de Matheson son producto de una
bacteria que ha infectado a todos, vivos y muertos, levantando a los primeros y
haciéndolos tan violentos e irracionales como los segundos. Únicamente un
hombre ha podido mantenerse a salvo de esta plaga, Robert Neville, habitante de
Los Ángeles, y por consecuencia es blanco de todos los vampiros que noche tras
noche, al despertar, se dan cita a las puertas de su domicilio para intentar
atraparlo.
Lo único interesante de la novela no es, como
sería lógico pensar, el replanteamiento del vampirismo, sino la soledad en que
vive Neville, después de haber perdido a sus seres queridos y soportar que Ben
Cortman, su amigo y vecino, con el que a diario acudía al trabajo, vaya cada noche a su casa a atormentarlo
gritándole: ¡Sal, Neville!
La vida de Neville es bastante monótona. Por
las noches permanece en su casa encerrado, recordando cuando su mundo era
normal, emborrachándose y escuchado música, mientras sus enemigos claman afuera por su
garganta. Ellos no pueden entrar, pero sí que le causan destrozos. Cuando llega
el día, Neville repara su casa, se aprovisiona de víveres y les devuelve la
visita a los vampiros, quienes temerosos del sol se escoden a dormir donde
pueden deseando que su enemigo no los encuentre.
Pero Neville sí encuentra a muchos y no siente
remordimiento alguno al matarlos, aunque cada día sale con la intención de
encontrar a Cortman, su vecino, quien ya lo tiene aburrido con sus mismos
gritos cada noche: ¡Sal, Neville!
Pero extrañamente jamás puede dar con él.
Un mal día Neville encuentra a un perro
malherido y cree que su soledad, en parte, ha llegado a su fin. Pero no logra
salvarlo y se sume en una profunda tristeza. No pocas veces se llega a plantear la
idea de salir de noche y satisfacer los deseos de su viejo amigo Cortman. Entiende
que su situación es insostenible y se da a la tarea de buscar una explicación
para lo que ha ocurrido.
Aquí es donde Matheson pretende abusar un poco
de la ingenuidad del lector, porque Neville, un hombre alejado totalmente de la
ciencia, después de leerse unos cuantos libros logra entender el origen y los
secretos de los vampiros que lo acosan. Ya hecho un científico, encuentra a una
joven y no puede creer que sea cierto. Después de tres años en completa
soledad, por fin está frente a un ser humano que razona y siente.
Pero en aquella joven hay algo misterioso, y
Neville, aunque la ve como su salvación, no confía del todo en ella. En cuanto
descubre que también está infectada, ella le revela, no sin antes dejarlo
inconciente, que hay una nueva sociedad surgida de entre los vampiros, que sus
miembros están dispuestos a empezar desde cero y que para ello requieren
eliminar a la criatura más peligrosa que día tras día los mata mientras
duermen.
Entonces Neville descubre que para sus
víctimas, los infectados, el monstruo es él. Después de matar a tantos
como ha podido, ya es una leyenda.
Novela extraordinaria que lejos de lo que pueda
pensarse no es de terror. Y si algo lo provoca no son los vampiros, que casi
siempre le resultan al protagonista inofensivos, sino la soledad que a éste tanto
atormenta.
Interesante libro y que merece la pena leerlo.
ResponderEliminarUn saludo, Dorian.