Calderón, como lo llamaba ella, fue designado a
finales de 1839 como el primer representante de España en México, cuando la
reina Isabel II se resignó por fin a perder aquella colonia y decidió
reconocerla como una nación independiente. Poco más de dos años después,
Calderón y su ilustre esposa abandonaron el país.
Durante su estancia en México, Frances, una
mujer culta, políglota y por demás interesante, escribió a su familia, afincada
en Boston, bastantes cartas, en las que
contaba de todo más que de ella. En 1843 publicó en Boston La vida en México, un libro compuesto por cincuenta y cuatro de
aquellas cartas. Poco tiempo después, el mismísimo Dickens la apoyó para que su
obra saliera a la venta en Londres.
Al pasar poco más de un siglo el libro se
convirtió en una obra casi de culto en México, donde se edita con frecuencia y
no pasa nunca desapercibido para quien se interesa en la historia del país. En
España tardó aún medio siglo más en aparecer, con una traducción diferente a la
de México. Y hoy en día es considerado uno de los mejores libros de viajes de
cuantos se escribieron en el siglo XIX. Es evidente porque Dickens creyó oportuno apoyar
su difusión.
En La
vida en México la
Marquesa de Calderón de la Barca nos cuenta simplemente lo que ve, pero a su
manera. Desde el momento en que zarpó el barco que la llevó de Nueva York a
Cuba, Frances empezó a plasmar en papel sus impresiones sobre la gente que la
acompañaba, el mar y la propia nave. No se guardó nunca sus críticas quizás pensando
que quedarían en familia, y gracias a eso escribió siempre con total libertad.
Su prosa es excelente, su sarcasmo acido pero divertido y su manera de retratar
lo que ve no deja de ser hasta cierto punto impresionante.
El libro nos revela, además de la vida en
México en aquella época, a una mujer muy inteligente, muy culta y muy conciente
de ello. No por nada años después, cuando quedó viuda, fue designada
institutriz de la infanta Isabel, por la reina, un puesto del que no se hacía
cualquiera, y posteriormente el rey Alfonso XII la hizo marquesa.
Su producción literaria no pasó de un libro más
titulado El agregado en Madrid o bocetos
de la Corte de
Isabel II, y, hemos de decirlo, eso es
muy lamentable, porque Frances fue una mujer que escribió poco, pero que
escribió bastante bien.
Muy buena entrada, Dorian.
ResponderEliminarNo me extraña que Dickens confiara en su talento.
Un saludo.
"pero que escribió bastante bien" concluyes en un tono que despierta el interés.
ResponderEliminarComo ya dije, creo, has resultado todo un descubrimiento.
Ya tengo una recomendación tuya, vayn cayendo más.
Besos