La historia de México dice que
Juárez y Maximiliano nunca estuvieron frente a frente, que aunque el emperador
Habsburgo lo solicitó repetidas veces, el presidente jamás halló argumentos suficientes
para ir a reunirse con su enemigo. Pero, como dice el prólogo de la novela que
hoy menciono, ¿y si no lo sabemos todo?, ¿si esa reunión realmente se realizó?,
¿de qué hablaron?
Juárez y Maximiliano se hicieron
fama de hombres sabios y cultos. Quizás los dos jefes de Estado mexicanos más
poliglotas de la historia. Así las cosas, resulta atractiva una entrevista
entre ambos, y más porque, pese a pensar políticamente igual, eran enemigos. Y si
esa entrevista la situamos unas horas, tan solo unas horas antes de que el
pelotón dispare sobre el pecho de Maximiliano, se vuelve todavía mucho más
atractiva.
¿Qué hizo el emperador, la noche
del 18 de junio de 1867, unas horas antes de morir, al tener frente a él al
único hombre en el mundo que podía concederle el indulto?, ¿se humilló para
obtener el perdón, prometió irse a Europa y no volver más o, por el contrario,
pesó sobre él su orgullo de aristócrata y trató a Juárez con la frialdad que merecía
su enemigo?
La novela Juárez en el Convento de las Capuchinas: la reunión secreta con
Maximiliano, nos hace testigos de una charla histórica que bien pudo
haberse realizado en el más absoluto secreto. Aquí vemos a los dos
protagonistas del Segundo Imperio mexicano frente a frente, sin mascaras quizás
porque uno moriría en unas horas, sinceros y reacios a reconocer la totalidad de
sus errores. Una novela extraordinaria con la que tal vez los mexicanos que odian al emperador Maximiliano aprendan a quererlo.
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