Quizás el título de esta entrada confunde, ya que Alemania y
Estados Unidos se enfrentaron en las dos guerras mundiales con resultados a
favor de los últimos. Pero quería hacer
referencia a una guerra que nunca se dio entre ellos solos, sin aliados y en
igualdad de condiciones, lo cual, de haber ocurrido, es probable que habría
impedido la consolidación como hiperpotencia del imperio yanqui.
La participación de Estados Unidos en las dos guerras
mundiales no fue, en ninguno de los casos, un suceso devastador para este país.
Es cierto que tuvieron significativas bajas, pero en general su poder
destructivo no fue mermado ni puesto en peligro en absoluto. Para el imperio
norteamericano ambas guerras fueron poco más que un día de campo en comparación
con países europeos que tuvieron que apostarlo todo y perdieron, en muchos
casos, todo.
¿Pero qué habría pasado si en esos conflictos sólo hubieran
peleado contra una Alemania intacta, sin otros contendientes que vencer? Porque
Alemania en la Primera Guerra Mundial ya había puesto de rodillas a Rusia y en
muy serios aprietos a Francia y a Inglaterra, contando con apenas unos aliados
muy débiles como Austria y Turquía. Cuando llegaron los yanquis a Europa, el
poder destructivo alemán ya estaba muy mermado, no obstante, aún causaron un
daño considerable en bajas a los recién llegados.
En la segunda la cosa fue similar, Alemania ya tenía a
Francia de rodillas, a Inglaterra acorralada y a Rusia como a una fuera rabiosa,
atrincherada pero defendiéndose. Para lograr tal proeza, Alemania tuvo que
quemar la mayor parte de sus naves, sobre todo en Rusia, de manera que cuando
llegaron los yanquis, el poderío alemán, el más temible de Europa, estaba en
franca decadencia.
Por eso quedará siempre la duda sobre qué habría pasado con
Estados Unidos de tener que enfrentarse a una Alemania intacta, con su gran
capacidad de producción, de innovación en armamento y con esa disciplina
prusiana que es tan ajena en el resto del mundo.
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