El 22 de noviembre de 1964 el mundo entero se
conmocionó, o cuando menos la parte civilizada, porque John F. Kennedy, el
presidente más carismático en la historia de los Estados Unidos, con mucho el
más promiscuo y también uno de los peores gobernantes, pero experto en
promocionar su imagen, era abatido a tiros mientras circulaba por una calle de
Dallas.
Las teorías sobre quién lo mató comenzaron a
circular cando todavía ni siquiera terminaban los funerales. Los libros, que requieren
un cierto tiempo para su escritura y edición, tardaron un poco más en salir. La
lista de sospechosos se conformó pronto, de acuerdo a gustos e ideologías, y
sigue vigente. Porque el misterio, después de casi medio siglo, continua sin
resolverse.
Para algunos la cosa parecía bien sencilla. John F.
Kennedy era un presidente cargado a la izquierda, había dado algunos malos
ratos a los capitalistas estadounidenses, sobre todo a los magnates del acero.
Ellos, se creyó y se cree, debieron haberlo matado para que dejara de
importunarlos.
Pero otros decían que el enemigo les llegó de
afuera. Kennedy había invertido buena parte del tiempo que llevaba como
presidente tratando de matar a Fidel Castro, y muchos pensaron que el dictador
cubano devolvió el golpe con mayor puntería. Esta teoría no era menos que
desagradable para los estadounidenses. Que Castro, desde su isla caribeña,
pudiera darse el lujo de penetrar a los Estados Unidos y matar al presidente
era un duro golpe al patriotismo yanqui, crecido por la fama de
invulnerabilidad.
Una teoría más sugiere que no fue Castro pero
que sí cubanos. En la llamada invasión de Bahía de Cochinos, en la cual los
cubanos de Miami querían derrocar a Castro, Kennedy los dejó abandonados a su
suerte a última hora y muchos fueron masacrados o encarcelados por el ejército
castrista. Era sensato pensar que algunos cubanos en venganza decidieron
atentar contra Kennedy.
Ésas son sólo las tres teorías más difundidas,
porque hay muchas más. Algunas incluso sugieren que el propio Kennedy, al estar
desahuciado por una enfermedad, decidió tener una muerte heroica que el mundo
nunca olvidaría. Si fue eso, lo consiguió.
Lo que es más factible creer, es que quien mató
a un Kennedy mató al otro. El mundo entero lleva casi medio siglo sin saber la
identidad del asesino intelectual, pero el gobierno de los Estados Unidos, la CIA y la propia familia
Kennedy, muy probablemente no ignoran lo que realmente ocurrió.
Por eso, casi cuatro años después, el 6 de
junio de 1968, Robert F. Kennedy, cuando ya se le veía muy cerca de la
Casa Blanca, fue asesinado en Los Ángeles.
Es evidente que si Bobby llegaba a la presidencia, con todo el poder que eso
significaba, cobraría venganza por la muerte de su hermano. Y si lo mataron fue
porque el asesino sabía que él, Robert, lo tenía en la mira.
Quien mató a un Kennedy probablemente los mató
a los dos, al primero porque le estorbaba y al segundo porque sabía quién era y
como presidente podía vengarse de él. Fue alguien muy poderoso y probablemente
estadounidense, porque usó su poder para entorpecer las investigaciones de
ambos crímenes.
Durante muchos años el mundo se ha preguntado quién
mató a Kennedy, pero tal vez la expresión más adecuada sea quién mató a los
Kennedy. De momento, aunque ha pasado mucho tiempo, sólo hay teorías, algunas
absurdas y otras no tanto, pero la verdad quién sabe si saldrá algún día a la
luz.