Aún en las democracias se ve
comúnmente que el dinero de los contribuyentes se destina para satisfacer la
megalomanía de los gobernantes, con proyectos demasiado costosos y en absoluto
justificables, pero si pasamos al ramo de las dictaduras la cosa es todavía
peor. Al principio de la década de los 30s, del siglo pasado, Stalin trató de
construir en Moscú la mole enorme de la imagen, que en su tiempo habría sido el
edificio más grande del mundo. El de arriba, por si alguien todavía no lo
identifica, es un Lenin de cien metros. ¿La justificación para construir
semejante adefesio? Casi nada, Stalin no podía soportar que los yanquis
tuvieran ciudades llenas de rascacielos como Nueva York o Chicago.
Finalmente no se pudo diseñar
una estructura adecuada para que sostuvieran el edificio y los bolcheviques, antes
de soportar la humillación de que se les cayera encima, prefirieron admitir que
no podían hacerlo, pero muchos años después de que inició la construcción, para
que el escarnio fuera menor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario