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Reseñas de novelas de héroes solitarios

martes, 20 de marzo de 2012

Churchill, Truman y los genocidios perdonados


Ahora que se habla mucho de que hasta los países más paupérrimos del globo pueden tener armas nucleares, me he puesto a pensar y no sin un poco de preocupación que en las guerras a los buenos -los que se dicen buenos o son recordados como tales- también se les pasa la mano. 
Quienes ganan una guerra, en la medida de la magnitud de ésta, se tiñen tanto de heroísmo que se pueden dar el lujo de no dar explicación alguna sobre sus crímenes y mucho menos de pedir perdón. En la Segunda Guerra Mundial se cometieron dos genocidios desde el aire donde murieron miles de inocentes, que no querían más guerra sino escapar de ella. Uno fue sobre ciudades japonesas y lo ordenó Harry Truman, el otro fue en Dresde y lo ordenó Winston Churchill. Dos lideres que pasaron a la historia como los buenos del conflicto.
Revisando mis libros me ha llamado la atención lo que ellos dijeron al respecto. Churchill de hecho no dijo gran cosa en sus memorias, y si mencionó el acontecimiento fue porque en tan voluminosos libros era imposible omitirlo. Pero apenas le llevó dos líneas:   

(…) en febrero hicieron una incursión sobre Dresde (La Real Fuerza Aérea inglesa), que entonces era el centro de comunicaciones del frente oriental alemán.

De las víctimas ni una palabra. Quizás pensó que mencionarlas no cambiaba el hecho.
Truman, en cambio, estaba obligado a dedicarle más líneas en sus memorias a su propio genocidio. Y cierto es que no trató de repartir culpas, al contrario:

Me correspondió a mí la decisión final acerca del lugar y el momento de emplear la bomba atómica. Que quede esto bien claro.

Lo que no deja de llamar la atención es que la vida de miles de inocentes podía depender no de su conciencia sino del clima:

(…) fueron recomendabas como objetivos las cuatro ciudades siguientes: Hiroshima, Kokura, Nagasaki y Niigata. Quedaron relacionadas por este orden como objetivos del primer ataque. El orden de selección estaba de acuerdo con la importancia militar de las ciudades, pero se concedía autorización para modificarlo si lo exigían las condiciones meteorológicas en el momento del bombardeo.

Y una vez achicharrados los inocentes, o más bien lo que le sigue, ni aun siendo tantos Truman se acordó de ellos, aunque sí sabía bien lo que había hecho:

Quedé profundamente impresionado (…) después dije al grupo de marinos que tenía a mi alrededor: “Éste es el hecho más grande de la historia”.

Eso es bien cierto. Allí la humanidad comprendió que un mal día sin deberla ni temerla podía desaparecer por orden de un dictador o de un presidente elegido democráticamente. A fin de cuentas, cuando se enojan llegan a parecerse mucho unos a otros.
Algunas personas me han dicho a lo largo de los años que esos genocidios fueron necesarios para no prolongar la guerra y ahorrar vidas. Eso para mí no cambia las cosas. Siempre que se asesine a inocentes, por el motivo que sea, será el hecho un crimen abominable. Además, está bien claro que la masacre de Dresde no era necesaria. La ciudad no tenía importancia militar. Y cuando ocurrió lo de Japón, el país ya estaba por doblar las rodillas, ya no tenía aliados y su fuerza militar se agotaba con demasiada rapidez. Fueron en realidad actos para demostrar fuerza, sin importar las vidas de inocentes que ello costara. 

2 comentarios:

  1. Interesante documento sobre los genocidios perdonados. Me encanta tu blog y, si me lo permites, me hago seguidor de tan instructivo y ameno espacio.
    ¡¡¡Gracias!!! Por tu comentario en mi Poesía.
    Un saludo, Dorian.

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  2. Interesantísimo tu espacio.
    Soy una gran aficionada a la historia, sobre todo a determinadas figuras de momentos en conflicto.
    Un saludo y gracias por mostrarme el camino

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